martes, 3 de febrero de 2009

SE ME OCURRE...

Al hilo de lo que publicaba Emilio en su blog (mi compañero de fatigas y en ocasiones profesor en temas ambientales y de la vida en general) sobre los "jardines prohibidos" en Granada, y enlazando con las ventoleras de las últimas semanas y los destrozos causados, quería comentar un par de consejos prácticos (que no son invención mía, porque los abuelos de mis abuelos ya lo sabían...)
Estoy pensando ahora, que quería estrenar este blog con una entrada magistral, de esas de apelar a lo más profundo, de explicar el por qué de este blog, pero... será que tengo el día tonto, o tontas están siendo las últimas semanas, porque de momento lo que más me apetece es la breve reflexión que voy a hacer aquí.

Los árboles se caen en las aceras causando destrozos y poniendo en riesgo la vida de los viandantes y pedaleantes. Luego... si cortamos los árboles, problema resuelto.
Seguro que todos hemos visto ejemplos de este razonamiento, no falaz en la forma, pero sí en el fondo. Los árboles CRECEN en nuestras ciudades y digo CRECEN, porque los bancos, las farolas y las papeleras NO CRECEN. Nótese pues la diferencia entre arbol y mobiliario urbano... Pues bien, crecen, nos dan su sombra, recogen nuestros desechos dioxidados y nos proporcionan oxígeno, frescor y vida. Pero resulta que poco a poco se convierten en un riesgo, porque se caen sobre nosotros o levantan chichones en la acera o la calzada. Por qué? He aquí una breve lista de posibles causas, a saber:
-porque los árboles, insisto, CREEECEN. Y tienen la manía de buscar agua con sus raícillas... pero como les dejamos 40 cm de alcorque (siendo generosos) en un entorno totalmente compactado, las raíces tienden a subir y ya tenemos el lío... (ver alcorques de la Avenidad de la Constitución en Granada)
-porque los árboles, insisto, CREEECEN. Y cuando los plantamos en sus alcorques diminutos, los regamos un poquito... pero no mucho, y como no tenemos costumbre de hacer riegos de implantación en los primeros meses de crecimiento del árbol, las raíces se acostumbran a quedarse superficiales (que es donde les suministramos el agua) y el árbol CRECE Y CRECE Y CRECE, tomando un porte generoso, pero con unas raíces a flor de acera... Es como si haces un arbolito de plastilina y lo pegas aplastándolo por la base a la mesa... ¿Se cae o no se cae?
-porque todos los árboles no crecen de la misma forma, ¿será cuestión de hacer una buena selección de especies para los distintos tipos de espacios de la ciudad? :O
-porque las talas que les hacemos suelen ser mortales, no les dejamos guías que constituyen ramas sólidas, sino que al final el árbol queda como un ramillete de "chupones" (sí, se llaman así) superficialmente sujetos al tronco y con altas probabilidades de partirse. (Ver árboles-chupones en los paseíllos universitarios)

Y sí, las ciudades son un constructo, pero es que nos empeñamos en hacerlas tan sumamente artificiales que lo único que consigue respirar y moverse por ellas somos nosotros. Y a duras penas...
FIN.

2 comentarios:

  1. Propongo otra medida y cuestión. Reivindico el otoño. Lo reivindico con todas mis fuerzas.

    Reivindico el derecho de un parque a tener hojas caducas en el suelo sin necesidad de ser barrida.

    Reivindico las postales otoñales de nuestras ciudades, con sus hojas revoloteando por el aire.

    Reivindico el derecho de los árboles de alimentarse de sus propios detritus y a conservar el ciclo de materia y energía sin que ningún barrendero bajo criterios estéticos artificales las elimine de mi vista, escondíendolas bajo al alfombra de algún vertedero.

    Voto por jardines de bajo mantenimiento, con especies autóctonas, bajas en alérgenos, xerófitas y donde perennes y caducas convivan en paz.

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